Tanto la Directiva 2008/98/CE sobre los residuos (en su artículo 4), como la Ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y suelos contaminados (en su artículo 8), establecen que la política en materia de residuos debe regirse por la jerarquía de residuos la cual, taxativamente, establece el orden de prioridad siguiente:
a) Prevención;
b) Preparación para la reutilización;
c) Reciclado;
d) Otro tipo de valorización, incluida la valorización energética; y
e) Eliminación.
En consecuencia, la jerarquía de residuos dispone claramente la prevalencia de la prevención (una forma de prevención es la reutilización1) sobre la preparación para la reutilización2, al mismo tiempo que la de ambas sobre el reciclado.
Por su parte, tanto la primera Directiva RAEE (2002/96/CE) como la revisada, hacen referencia explícita y continuada a la importancia tanto de la reutilización como de la preparación para la reutilización. Entre otras referencias:“Debe darse prioridad, cuando corresponda, a la reutilización de los RAEE y de sus componentes, subconjuntos y consumibles” (considerando 18 de la Directiva 2002/96/CE).
“Los Estados miembros darán prioridad a la reutilización de aparatos enteros” (Artículo 7 de la Directiva 2002/96/CE).
“Debe darse prioridad, cuando proceda, a la preparación para la reutilización de los RAEE y de sus componentes, subconjuntos y consumibles” (considerando 20 de la Directiva revisada).
Pese a todo ello, en los muchos años transcurridos desde la publicación de la primera Directiva RAEE (Febrero de 2003) hasta la actualidad, se ha prestado atención preferente y casi exclusiva al reciclado, pero se ha dedicado poco o ningún interés a apoyar estudios o proyectos que permitan optimizar la eficiencia de los procesos de reutilización o de preparación para la reutilización, así como a la normativa que posibilite la regulación de estas actividades.
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Fuente: Cátedra RELEC, Universidad de Cádiz.