Hacía más de 30 años que el águila imperial ibérica no sobrevolaba así Doñana. La población de esta ave en peligro de extinción ha alcanzado un máximo histórico gracias al nacimiento de 15 pollos en esta temporada. «Ha sido un hito. Hemos recuperado al nivel que teníamos a finales de los 80. Es un éxito», asegura Carlos Dávila, técnico de SEO/BirdLife en Doñana. Seis de las nueve parejas adultas que hay en Doñana se han reproducido con éxito, según los datos que maneja esta ONG. La media de pollos por nido ha sido de 2,5: «Hemos tenido cuatro nidos con tres pollos que han sobrevivido, es más alto que la media habitual, son unos datos excepcionales», explica Dávila.
La principal causa de esta mejora de la productividad son las fuentes de alimentación suplementarias que los técnicos facilitan a esta especie. “El águila imperial ibérica es muy dependiente del manejo de campo que hacemos nosotros porque prácticamente no existe alimento para ella aquí en Doñana”, detalla el técnico de SEO/BirdLife.
El conejo constituye el 70% de la dieta de esta especie —igual que de otras como el lince ibérico— y que su presencia haya disminuido hasta ser prácticamente inexistente ha repercutido de forma grave en sus depredadores. «Ha caído más del 90%, eso provoca que, literalmente, el águila no tenga nada que llevarse a la boca». Esta falta de sustento desemboca en muchas ocasiones en el cainismo, agresiones entre los pollos, o en que los ejemplares adultos se vean obligados a ampliar sus áreas de caza fuera del espacio protegido y exponiéndose a posibilidades de muerte por electrocución en tendidos, envenenamiento o disparos.
La solución de los expertos consiste en colocarles conejos muertos y viscerados en cebaderos, lugares donde el águila acude con frecuencia porque encuentra comida habitualmente. Estos posaderos están situados a una gran altura, en árboles o ramas altas, para que otros depredadores no puedan alcanzarlos. «Sabemos que suelen aceptarlos muy bien porque después encontramos los restos en sus nidos en el momento en el que vamos a anillarlos», dice el biólogo. Otras aves como el milano negro —muy habitual en Doñana— o el buitre acuden en ocasiones a estos cebaderos, pero no suelen suponer un peligro. «El águila imperial mida más de dos metros, sí quiere coger el conejo, lo coge».
Este tipo de alimentación es exclusivamente suplementaria, según la ONG, por lo que no significa que el águila deje de cazar. Se realiza en nidos puntuales, principalmente con las parejas que van a entrar en temporada de reproducción o en aquellos nidos donde ya han nacido los pollos. “El macho o la hembra va a por el conejo y con eso ceban a los pollos. Es un aporte nutricional para ellos”.
Sin embargo, toda esta actuación carece de sentido, según Dávila, sino se desarrolla un trabajo paralelo con los conejos que permita revertir la caída de la población. «Por eso es un éxito que hayamos llegado a estas cifras ahora mismo. Esta situación tan favorable para la especie solo se recordaba en Doñana antes de que la enfermedad hemorrágica del conejo (EHV) diezmase la población de conejo silvestre», señala SEO/BirdLife.
Importancia del entorno de Doñana
Doñana es un territorio especial para esta especie por tratarse de un entorno aislado. Antes de que se potenciará el desarrollado de esta especie en Cádiz, el águila de Doñana era exclusivamente endogámica: «No se mezclaba con otras poblaciones, por lo que apenas tenía variación genética. Lo que provocaba que sí la perdíamos, estábamos perdiendo a una subespecie única e irrecuperable».
Los expertos se basan en esta exclusividad para pedir a la Junta de Andalucía la puesta en marcha de medidas estables y a largo plazo para solventar la delicada situación de esta población de águila imperial ibérica. En España y Portugal, el único territorio donde habita esta especie, se han localizado ya 500 parejas, una cifra que le ha permitido salir de la categoría de en peligro a vulnerable. El biólogo de SEO/BirdLife analiza así la situación: «Esta buena noticia nos tiene que servir para seguir insistiendo en que con financiación y esfuerzo se pueden proteger a las especies en peligro en extinción».
Fuente: elpais.com