Íñigo Larraya: “Las empresas deberían tener una tribu verde”

Dirige la gran transformación sostenible del grupo francés de cosmética, que ha puesto en marcha un ambicioso plan de sostenibilidad para 2030
Visionario, Íñigo Larraya (San Sebastián, 1979), licenciado en Administración de Empresas, dejó L’Oréal, después de siete años, para irse a Estados Unidos a hacer una máster en Sostenibilidad. Regreso a España y se incorporó a LATAM Airlines. Más tarde regresó al grupo de cosmética francés.

¿En qué consiste la gran estrategia del grupo L’Oréal en materia de sostenibilidad?

Ahora mismo estamos inmersos en la gran revolución sostenible. La sostenibilidad es algo que empezó en 1979, que comenzó con los ensayos para evitar pruebas en animales. Y se ha continuado en esta línea. En 2013, se lanzó Sharing Beauty, el primer programa de desarrollo sostenible. Han pasado siete años y ahora nuestra agenda es mucho más ambiciosa, es el momento de una transformación radical, se trata de cambiar todas las funciones. Cuando se habla de digitalizar una compañía se habla de que todos asuman esa digitalización, con la sostenibilidad sucede lo mismo. Hay que integrarla en todas las funciones y en toda la cadena de valor. Porque por muy bien que lo hagamos, nuestras operaciones directas no representan mucho, por lo que es necesario trabajar también con los proveedores y llegar a los consumidores.

¿Controlan toda la cadena de suministro?

Nos implicamos en la optimización del medio de transporte, medimos el agua que se consume al utilizar un champú nuestro, controlamos cómo se obtienen las materias primas que empleamos en nuestros productos, cuánta energía o agua utilizamos para hacer los envases de bioplástico… La sostenibilidad pasa también por cambiar los hábitos en las empresas y en los individuos.

¿Eso se traduce en modificar las costumbres en el puesto de trabajo?

Sin duda. Todo lo queremos tener rápido y a mano. Nosotros en la sede de L’Oréal consumíamos 200.000 botellas de agua al año y hemos eliminado las botellas, como también los 300.000 vasos de papel. Son pequeños detalles que impactan en el cambio de hábitos. Hemos creado lo que denominamos la tribu de la sostenibilidad, compuesta por 43 personas que trabajamos en estos temas y vigilamos que se cumplan. Aquí se incluye al presidente y consejero delegado de la compañía. Las empresas deberían tener una tribu verde.

¿Cuáles son las funciones de la tribu?

Existen cuatro grupos de trabajo vinculados a indicadores de sostenibilidad, en las fábricas, en la logística, en el marketing y las ventas, y en las marcas. Con la fábrica de Burgos trabajamos de forma conjunta y hemos conseguido que sea una planta seca, al reducir el consumo de agua y eliminar las emisiones de CO2. Para 2023, tenemos como objetivo reducir las emisiones en el transporte, para ello vamos a cambiar la flota. Todo esto tiene que ir acompañado de otras acciones, como que los camiones vayan llenos de mercancía. Lo que busca la tribu es inculcar la cultura verde. En junio de 2021, 2.500 empleados habrán pasado por este tipo de formación. Es sorprendente e impensable que hace cinco años un profesional del departamento de marketing fuera a querer formarse en estos temas.

¿Se puede medir la sostenibilidad?

Hemos trabajado en un plan de negocio a tres años con indicadores. En primer lugar, el respeto de los límites planetarios, entre los que se encuentran, los objetivos del clima, el agua, la biodiversidad, el reciclaje o los recursos naturales. También tenemos objetivos sobre la comunidad, ofreciendo oportunidades a la gente en riesgo de exclusión. Dentro de nuestro programa L’Oréal for the Future vamos a apoyar con 150 millones de euros para ayudar a proyectos de restauración de ecosistemas marinos y terrestres. Se destinarán otros 50 millones a promover la economía circular con la financiación de proyectos innovadores en reciclaje y gestión de recursos de plástico. Y otros 50 millones para apoyar a mujeres en condiciones de vulnerabilidad a través de ONG que ayudan a que salgan de la pobreza. Además, las 36 marcas del grupo tienen que estar vinculadas con la causa. Por ejemplo, Lancôme está inmersa en el analfabetismo de las mujeres, L’Oréal París tiene en proyecto Stand Up, contra el acoso callejero. Y para 2021, marcas, como Garnier, Maybelline, YSL o Kiehl’s se implicarán en este tipo de proyectos.

Abandonó L’Oréal en 2011 para ir a la Universidad de Columbia a formarse en temas de sostenibilidad, ¿fue un visionario?

Por concienciación personal sabía que ese era el futuro. Siempre me ha preocupado todo lo relacionado con el medioambiente y todo eso lo buscaba como un propósito en mi vida profesional. Tan es así, que en L’Oréal todos los empleados tienen vinculado parte de su bono a sostenibilidad, ha de tener algún indicador vinculado a este tema.

¿Lidera España estas iniciativas en relación con el resto de países del grupo?

Estamos en la vanguardia, hemos sido los primeros en crear una tribu, en tener una fábrica como la de Burgos, y podemos seguir liderando todo esto. Ahora mismo, con la pandemia y gracias a los fondos europeos, se va a ir en esa línea. Es erróneo pensar que con la sostenibilidad se va a vender más, hay que creer en ello y pretender cambiar la sociedad.

¿El consumidor lo valora?

Diferentes estudios nos dicen que los consumidores están dispuestos a pagar un poco más por un producto sostenible. Debemos fomentar que se tomen este tipo de decisiones, a través de etiquetas digitales para que los clientes puedan ver, por ejemplo, los ingredientes. La primera marca que lo adopta es Garnier. Estamos ante un momento muy atrevido, y todo esto se va a traspasar a todas las marcas del grupo. Todo esto es el futuro, y nos jugamos mucho.

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Fuente: cincodias.elpais.com

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