Si no conoces lo que significa el Comercio Justo y quieres ser un consumidor responsable, te explicamos en qué consiste y a qué estás contribuyendo.
El Comercio Justo es la venta de artículos elaborados por productores de países en vías de desarrollo. Pueden ser familias de campesinos, grupos de mujeres o cooperativas que engloban a pequeños productores que, en su mayoría, se encuentran en las zonas más empobrecidas de América Latina, África y Asia.
Los fabricantes de Comercio Justo deben producir conforme a unos plazos de tiempo. La diferencia con el comercio convencional es que estos plazos no son «asfixiantes» para los trabajadores, sino que son plazos adecuados de tiempo para desarrollar la producción.
Las organizaciones importadores – que hacen la labor de mayoristas o distribuidoras que compran estos productos – acuerdan con los prodcutores adquirir esta mercancía por un determinado número de años, garantizando a los productores cierta continuidad en la producción, algo que – como explica la responsable de Setem en Madrid (organización que gestiona varias tiendas) Mónica Gómez -, puede no ocurrir en el mercado convencional: «Si hay un tejido que pasa de moda, las empresas textiles dejan de comprarlo».
En el Comercio Justo, a diferencia del convencional, el productor puede disfrutar de una prefinanciación –facilitada por las ONG importadoras– para que puedan comprar materias primas y las herramientas necesarias para realizar sus productos sin necesidad de recurrir a préstamos.
Además, gracias al Comercio Justo, los propios fabricantes pueden fijar el precio de sus productos; salvo en el caso del café y del cacao, cuyo precio es establecido por las organizaciones de Comercio Justo, aumentándolo un 15 por ciento sobre el precio que marcan las bolsas de Nueva York y Londres.
Las ONG o importadoras de Comercio Justo compran productos (como arroz o azúcar)a un precio superior al convencional porque en él vienen incluidos los gastos de elaboración, el salario del campesino y distintos fines sociales como la escuela de sus hijos, la salud o la vivienda, entre otros. Asimismo, se hacen cargo también de financiar los costes de transporte, aduana, impuestos, distribución y almacenaje.
¿Con cuánto carga el productor?
El productor sólo carga con el llamado ‘proceso de garantía’: un sello que le otorga la validez de un producto de Comercio Justo y, por tanto, ‘gourmet’, es decir, ecológico, semi-artesanal y de calidad para poder ser comercializado en los distintos puntos de venta de Comercio Justo.
Todo ello hace que el producto de Comercio Justo sea más caro para el consumidor final, pero garantiza que el proceso de producción ha contado con los beneficios mencionados.
En España este modelo de comercio está poco extendido ya que, según las cifras del pasado año 2014, el gasto medio por habitante se situó en los 0,7 euros, una cifra muy inferior a la media europea (13,4 euros).
Esto se debe, según explica la portavoz de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo Marta Guijarro, «por el retraso de la llegada de Comercio Justo a nuestro país» que se estableció «20 años después de introducirse en Europa».
ue en 1964 se crea la primera organización de Comercio Justo en Reino Unido que se extiende por el resto de Europa hasta llegar a nuestro país en el año 1986 con la apertura de dos tiendas: en San Sebastián-Donostia y en Córdoba.
¿Cuánto se lleva el prodcutor?
No obstante, se trata de una vía ‘cara’ para el consumidor español, pues el producto convencional es más barato que el que se expone en establecimientos de Comercio Justo.
Por ejemplo, del precio final de una tableta de chocolate, el productor recibe un 33 por ciento si se trata de Comercio Justo, mientras que si recurre al producto convencional, éste percibirá tan sólo un 6 por ciento, según recoge el Observatorio de las Corporaciones Transnacionales de Ideas.
Estos datos varían porcentualmente del precio final del producto y de la cantidad de demanda que haya.
¿Qué se puede comprar de comercio justo?
Entre los productos alimentarios que se venden destacan: infusiones, cereales, pasta, frutos secos, especias, azúcar, chocolates, mermeladas, miel, galletas, zumos, refrescos, aperitivos y bebidas alcohólicas, entre otros.
También se comercializan también artículos textiles de elaboración artesanal compuestos por tejidos ecológicos y tintes naturales, así como productos relacionados con el hogar, artículos de papelería, cosmética e higiene, juguetes…
Se trata de productos «de gran calidad, elaborados de manera artesanal o semi-artesanal y producidos con materias primas naturales».
Según explica Guijarro, desde el año 2000 (año en el que empieza a tener auge esta práctica comercial en España) el producto artesanal es el más demandado por el consumidor siendo los artículos de bisutería y de complementos los más vendidos. No obstante, durante los últimos años la alimentación ocupa «el 90 por ciento de lo que se vende» con un número elevado de ventas de café, dulces y azúcar.
¿Cuáles son las normas del comercio justo?
Según recoge el portal de consumoresponsable.org el comercio justo es una relación comercial que debe cumplir con unas normas mínimas como son:
1. Garantizar a los productores un salario y unas condiciones laborables justas.
2. Asegurar que los niños y niñas no sean explotados. En ningún momento se pondrá en riesgo su desarrollo y se asegurará su educación, descanso y el ocio propio de su edad.
3. El comercio justo debe contribuir al desarrollo de toda la comunidad, por ello las organizaciones productoras deben destinar una parte de sus beneficios a las necesidades básicas como sanidad, educación, agua, saneamiento y seguridad alimentaria.
4. El funcionamiento de las productoras debe estar basado en la participación y la democracia y velará por la igualdad entre hombres y mujeres.
5. Las relaciones comerciales se basarán en el diálogo, la transparencia y el respeto mutuo.
6. La producción se realizará garantizando la protección del medio ambiente.
7. Los productos de comercio justo serán elaborados bajo normas de calidad.
¿Cómo saber que un producto es de comercio justo?
Para que los productos puedan ser aceptados en el mercado existen una serie de firmas que certifican la validez de los mismos.
Así, destacan sellos como Fairtrade Internacional, ECOCERT Comercio Justo, FUNDEPPO (Fundación de Pequeños Productores Organizados), IMO-Fair for Life y Naturland, entre otros.
¿Qué países llenan el carro de comercio justo?
El consumo de Comercio Justo registró en España una facturación total de 33,2 millones de euros durante el año 2014, o que supone un incremento del 8 por ciento con respecto al año anterior, según se recoge en el informe que publica la Coordinadora de Comercio Justo en España.
Pese a estas cifras, España sigue estando a la cola de consumo de Comercio Justo en relación con el resto de Europa debido sobre todo al gasto medio por habitante y porque desde las organizaciones impulsoras de Comercio Justo «no hay capacidad económica» para hacer frente a «grandes campañas de difusión y coordinación».
Así bien, se realizan iniciativas y acciones «en centros educativos, en redes sociales, vía Internet y a través de eventos» que ayudan al número de ventas que, según señala Guijarro, con el paso de los años reflejan un «aumento progresivo».
En este sentido, por debajo de España solo se encuentran la República Checa, Letonia y Lituania. Por el contrario, los países europeos donde el Comercio Justo genera más ingresos son Suiza (44 euros por habitante y año), Reino Unido (32 euros) y Finlandia (29 euros).
Prefieren marcas «Socialmente comprometidas»
Según revela el informe ‘El consumidor frente a la responsabilidad social corporativa de las marcas’, elaborado por la consultora Nielsen y publicado el pasado martes, 13 de octubre, el 40 por ciento de los consumidores pagaría más por productos de marcas socialmente comprometidas.
Fuente: europapress.es